¿Qué pasaría si la elegida para llorar las lágrimas que ayudan a las almas de los fallecidos a llegar al
cielo, un día decidiera dejar de hacerlo?
Esa la premisa que propone la obra musical Saturnina y la muerte de Mara Escalante que se
presenta todos los sábados y domingos de mayo a las 7 y 9 pm en La Teatrería (Tabasco #152,
Colonia Roma). Pero vamos por partes.
Hace unos meses, veía una publicación en Facebook donde un grupo de jóvenes se escandalizaba y
cuestionaba la “obligación” de darles de comer a los asistentes a un velorio, diciendo que
suficiente pena tenían los parientes del fallecido como para además tenerse que preocupar de
alimentar a los que se supone iban a presentar sus condolencias. La sociedad globalizada, la
necesidad de ser como los de “primer mundo”, el rechazo a las propias raíces, ha alejado, sobre
todo a las nuevas generaciones, de las tradiciones ancestrales de su cultura y con ello, de su
identidad. El mexicano tiene una relación insólita con la muerte, no por nada el día de muertos es
una de las celebraciones con las que más se nos identifica en el extranjero, además de que, en una
plática cualquiera con amigos o familia, no falta que se cuele la historia de aparecidos, de ruidos
inexplicables, de fantasmas… De ese realismo mágico tan nuestro.
Es así, como Mara Escalante para escribir y dirigir esta obra, se inspira en su madre, Saturnina,
mujer de campo, originaria de un pequeño pueblo llamado Xaltocan, donde vivía con sus 18
hermanos, quien le contaba que de pequeña se había unido a un cortejo fúnebre y se había puesto
a llorar con ellos por la empatía que sintió por su dolor y quien también le contó de las plañideras
o lloronas, mujeres a las que se les pagaba por llorar en un velorio de modo que los asistentes
vieran lo buena persona que era quien falleció y lo mucho que se le iba a extrañar. Justamente,
una de las canciones de la obra dice: “Llora que llora llegada la hora, vaya pagando y que caiga la
aurora… Que el mundo sepa que su difunto era un chingón”.
Enmarcada por bellas canciones con un sonido veracruzano afrochiapaneco huasteco de acuerdo a
sus intérpretes, la Catrina, la muerte, nos cuenta la historia romántica de Saturnina, la vendedora
de dulces y Domingo Lunes, el pintor de milagros, de ex votos. Saturnina es también una
plañidera, pero ella no sólo cobra por llorar, realmente lo siente, dando así la paz a las almas de los
difuntos en su camino al cielo, y eso es lo que Remedios Paz, la plañidera principal, ve en ella para
nombrarla su sucesora. Todo es maravilloso en la vida de Saturnina hasta que una tragedia la deja
sin lágrimas y nos canta su dolor, nos comparte su aprendizaje sobre lo que implica el verdadero
amor.
Saturnina y la Muerte es un homenaje a México y sus tradiciones, a su gente, a los que ya no están
(como Carlos, uno de los productores recientemente fallecido) pero, sobre todo, a esos artistas
que día a día tienen que abrirse camino a pesar de las adversidades, que crean y producen sus
propios espectáculos y que aún creen en el poder de la cultura para cambiar las cosas.
Mara es, en sus palabras, una obrera del arte, ya que, aunque le hubiera gustado ser de esas
artistas a las que les llegan las propuestas sólo para interpretarlas, eso no sucedió y tuvo que crear
y producir sus propios trabajos, desde la exitosa serie televisiva donde sus icónicos personajes de
Mamá Lucha y María de todos los Ángeles la pusieron en el candelero de la televisión mexicana en
el 2009, hasta el espectáculo cómico al que se ha dedicado desde que se alejó de la pantalla y por
supuesto, Saturnina y la muerte, que tenía más de 10 años gestándose.
No es la primera vez que Mara se aleja un poco de los escenarios. En el año 2000 decidió irse a
vivir a Veracruz para poder criar a sus hijos, quienes estaban pequeños en ese entonces, y fue ahí
donde coincidió con Rafa Campos, poeta y compositor (trabajó incluso con Joan Sebastian) quien,
además de invitarla a escuchar al grupo Los Macuiles, (donde Mara conoció a su actual marido)
también se convirtió en parte importante de su equipo de trabajo tanto en la serie de María de
Todos los Ángeles como en la creación de esta obra musical, ya que cuando Mara escuchó la
canción de “Encampanados” de Rafa Campos, le envío un audio cantándola, pidiéndole que la
dejara usarla. El, además de acceder, la animó a componer la letra de las otras canciones y el creó
la línea melódica. Pero entonces, ¿Mara Escalante también canta? Así es. En sus palabras, cuando
estaba en la Prepa 5, su amigo Gustavo (que también es parte de su equipo creativo desde hace
muchos años) la hacía subirse a los camiones para cantar y perder el miedo a hacerlo.
Saturnina y la Muerte le permite a Mara concederse este capricho, este gusto de explorar otras
facetas como artista, la de cantante, la de compositora y, además, arropada por colaboradores y
amigos de muchos años, como Brenda Ana Karen, joven actriz y tiktoker originaria de Sonora a
quien Mara conoce desde hace nueve años y quien incluso vivió un tiempo en su casa y le ha
ayudado a crear algunos guiones y quien interpreta a la muerte. También está Adrián, hijo de
Mara, quien pintó los ex votos o milagros que vemos en una pantalla a lo largo de toda la obra.
Completan el elenco Hamlet Ramírez y Rodrigo Pérez Estrada, quienes alternan en el papel de
Domingo Lunes.
La obra se estrenó con gran éxito en el teatro Morelos de Aguascalientes y estará todo el mes de
mayo en La Teatreria, con la esperanza de extender la temporada, así como poder ir a otros foros
y ciudades de la República mexicana. Otro de los planes a futuro es el estreno del disco con las
canciones de la obra.
Gracias a Mara Escalante y su equipo por no rendirse y regalarnos este bello trabajo con sabor a
México.
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